PLATÓN (Atenas, 427 - 347 a. C.)
Filósofo griego, nacido en el seno de una familia aristocrática, abandonó su vocación política por la Filosofía, atraído por Sócrates. Siguió a éste durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias). Tras la muerte de Sócrates , se apartó completamente de la política; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras; luego pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas.
Allí fundó una escuela de Filosofía en el 387, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Escuela, una especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, fue el precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias.
En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la Filosofía englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo -en la propia Academia- las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas del saber, como la Lógica, la Ética o la Física. Pervivió más de novecientos años, hasta que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d.C., y en ella se educaron personajes de importancia tan fundamental como Aristóteles.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de que su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte están escritos en forma de Diálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro o Fedón.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo).
Este hombre dual sólo podría conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la virtud significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes particulares, que correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón, fortaleza del ánimo y templanza de los apetitos.
El hombre auténtico será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de los sentidos- consistente en que el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de que su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte están escritos en forma de Diálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro o Fedón.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal (relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las ideas, que contempló antes de unirse al cuerpo).
Este hombre dual sólo podría conseguir la felicidad mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la virtud significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes particulares, que correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón, fortaleza del ánimo y templanza de los apetitos.
El hombre auténtico será, para Platón, aquel que consiga vincularse a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de los sentidos- consistente en que el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede.
EL IDEALISMO
Platón se mantiene fiel a la orientación fundamental de la investigación socrática: buscar la definición de las virtudes. Así, ante la pregunta "¿Qué es un valor?" mientras que un sofista afirmaría que no puede definirse de manera universal, Platón y Sócrates estimarían que por el contrario, sí debería haber algo en común a todos los actos valientes que pudiese ser definido como "el valor" Ese "algo común" es lo que Platón denomina "idea".
Las ideas son esencias: Es decir "aquello por lo que una cosa particular es lo que es". Las ideas existen separadas de las cosas particulares : Éstas dejan de ser un "carácter común", tampoco son conceptos ni representaciones mentales. Las ideas son concebidas como entidades que poseen existencia real e independiente: cada idea es una substancia que "existe en sí" como una realidad trascendente y no inmanente a las cosas.
EJEMPLO:
El mundo en que vivimos está hecho de cambio o, como dice Platón, de generación y corrupción. Todo cuanto nos rodea, y también nosotros mismos, está de tránsito. La semilla se hace árbol y el árbol da flores que dan frutos. Pero cuando el árbol es árbol ya no es semilla, ni es árbol la flor cuando es flor, ni flor el fruto cuando es fruto. Todo lo que existe deviene y al devenir cesa de ser lo que era. El mundo sensible, el mundo que Platón representaba por las sombras implica siempre paso y contradicción. Un ejemplo cualquiera, tomado al azar, nos mostrará esta doble característica mudable y contradictoria de las cosas. La naranja antes de ser naranja ha sido flor de azahar. He ahí ya el cambio de tipo de ser (la flor) a otro tipo de ser (l fruto). Pero si consideramos tan sólo el fruto, el cambio es igualmente patente. Nacido en corazón sensible de la flor, el fruto crece, verde primero, se ilumina poco a poco de amarillo. Se dora al sol, madura, estalla y, abandonado a sí mismo, acaba por caer de la rama y pudrirse en el suelo. En cada nuevo momento de su ser, el fruto no es ya lo que era ni es todavía lo que va a ser. Sucede como si las cosas estuvieran llenas de una suerte de velocidad interna que las crea, las desarrolla y las destruye. Por esto podemos decir que son y no son, que su modo de existir es un modo de existir a medias entre el no-ser de lo que fueron y el no ser- de lo que todavía no alcanzan a ser.
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