Son todos los pensamientos, todos los conocimientos que tenemos acerca de Dios, ya sea obtenidos por la luz natural, ya sea recibidos por divina revelación. Los conocimientos nuestros acerca de Dios, cualquiera que sea su origen, se separan del resto de de los conocimientos y constituyen entonces la teología.
Puede decirse así, que el saber humano durante la Edad Media se dividió en dos grandes sectores: teología y filosofía. La teología son los conocimientos acerca de Dios y filosofía los conocimientos humanos acerca de las cosas de la Naturaleza.
Sigue en esta situación, designando la palabra filosofía a todos conocimiento, salvo de Dios. Y fue así hasta muy entrado el siglo XVII. Y todavía hoy existen en el mundo algunos residuos de ese sentido totalitario de la palabra filosofía. Por ejemplo en el siglo XVII, el libro en que Isaac Newton expone la teoría de la gravitación universal, que es un libro de física, diríamos hoy, lleva por título “Philosophiae naturalis principia mathematica”, o sea Principios matemáticos de la filosofía natral. Es decir, que en tiempos de Newton, la palabra filosofía significaba todavía lo mismo que en los tiempos de la Edad Media o en tiempo de Aristóteles: la ciencia total de las cosas.
En el siglo XIII la recuperación de parte de la obra Aristóteles de manos del filósofo árabe Averroes (1126-1198) causa un gran impacto en la universidad de París. Se genera una gran controversia pues se encuentran con una explicación meramente racional, que no recurre en ningún momento a la revelación, de todas las cuestiones que acucian al ser humano. En un primer momento las ideas de Aristóteles se persiguen por heréticas pero Tomás de
Aquino (1225-1274), un monje y filósofo dominico, adapta el pensamiento aristotélico al cristiano proporcionando la segunda gran síntesis entre éste y el pensamiento griego. Tal éxito tendrá que su síntesis, denominada aristotélico-tomista, que se convertirá en el libro de texto oficial durante el renacimiento y en el nuevo dogma de fe cristiano.
Sin embargo a lo largo del siglo XIV cada vez surgen más voces reclamando una separación entre razón y fe, filosofía y religión, y reivindicando la autonomía de cada una de ellas. El ejemplo más relevante es la filosofía nominalista de Guillermo de Ockham (1295-1350) Se inicia un proceso de secularización de la cultura y se abandona todo intento de racionalizar la fe, es decir, se reconoce que la razón es una vía diferente de conocimiento que la fe. La experiencia como modo de conocimiento va obteniendo cada vez más importancia en detrimento del valor tradicionalmente atribuido a la deducción y a la autoridad, hecho que contribuirá decisivamente al impulso de nuevo de la ciencia.
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